
La princesa de Gibralfaro caminaba por los pasillos adoquinados, suspiro tras suspiro, la princesa de Gibralfaro.
Los pasos derramados de melancolía, la princesa en su castillo.
Y en un lugar tan hermoso, alguien pudo haber llorado.
Llantos medievales en magia. Lágrimas encantadas regadas por la Alcazaba.
Las fotos turistas, inmortalizando dolor ancestral plasmado en cada torre Malagueña.
Y la princesa, ay la princesa!.
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